Existen distintas maneras de hacer diseño. Se puede optar por destinar la propia creatividad al servicio de la comunicación, logrando productos magníficos y emocionales, o emprender caminos más silenciosos, que puedan crear objetos cuya finalidad inmediata no sea el estupor, sino una íntima y perceptible (aun si profunda) empatía.
Este tipo de enfoque en relación con el diseño es el que más nos representa, y es lo que tratamos de infundir en nuestro trabajo.
Es decir, diseñar sin sentirse condicionados por las modas o las soluciones formales temporales, y sin que el resultado esté desvinculado del espacio en el que se contextualiza. Para crear productos atemporales, que instauren una relación delicada con el usuario y el espacio, respetándolos pero afirmando su presencia.