
Laudani & Romanelli
Los arquitectos Marta Laudani y Marco Romanelli colaboran desde 1986 en estudios asociados de Roma y Milán. Se ocupan de diseño (entre otros para Driade, Montina, Fiam, Oluce, Salviati, Laboratorio Pesaro y Glas), de interiorismo (sus realizaciones se publicaron en las revistas italianas e internacionales de arquitectura más importantes y, en 2004, participaron en la Bienal de Arquitectura de Venecia) y de diseño de espacios expositivos (se destaca en 2002-2003, la muestra antológica “Gio Ponti: a World” en el Design Museum de Londres, en el NaI de Rotterdam y en la Trienal de Milán; en 2008 presentan en Tokyo “Bruno Munari: vietato l’accesso agli addetti ai lavori”. La actividad de proyecto avanza junto con una intensa reflexión crítica sobre los temas del habitar y del diseño. Algunos de sus numerosas publicaciones editoriales son: Gli spazi del cucinare 1928-1957, 1990; Aperto Vetro, 2000. Marco Romanelli fue redactor de las revistas “Domus” de 1986 a 1994 y “Abitare” de 1995 a 2007.


Son numerosas las peculiaridades del método de proyecto que caracteriza la acción de Marta Laudani y la mía. Tanto desde el punto de vista relacional como cultural. Las primeras se revelan en una relación de intercambio recíproco y de comparación que dura desde hace más de 30 años y que se concretiza en obras compartidas e individuales, desarrolladas en los estudios de Roma y Milán. La segunda particularidad, de matriz cultural, se refiere a la atención continua hacia el mundo de las ideas y de la historia. En ambos casos, de hecho, la operatividad se conjuga con una actividad intensa de reflexión crítica, en las revistas de arquitectura y diseño, en los libros, monográficos o que afrontan temas específicos y, principalmente, a través de la organización de muestras y exposiciones. La convicción en la que se funda esta actitud es que, citando Ernesto Nathan Rogers, “también las palabras son material de construcción”. Si quisiéramos encontrar una explicación “genética” para una actitud similar, podríamos quizás citar la formación de ambos como arquitectos y no como diseñadores, con el convencimiento de que el mejor diseño nace siempre y solamente en relación con la vida de las personas y con los interiores habitados. Entonces una lámpara nos recordará la luz que llega de una ventana, un sillón solucionará las exigencias de autonomía en el interior de un núcleo familiar, un plato deberá saber valorizar también el alimento más sencillo que se sirve con el mismo. En conclusión, pensando y proyectando el interior de la habitación, los objetos diseñados indiferentemente por Marta o por mí, encuentran su función y validación todavía antes de ser vendidos en el mercado.